Deja que se quede un rato más

mi boca en la tuya.

Deja que se quede

como si el tiempo no caminase más ya. 

Si la vida se agarrara de entre tus labios y los míos,

tendida sobre mil vacíos 

será eterna

mientras no la dejemos caer.

Deja que se queden juntas,

las hermanas siamesas

que separadas por la vida

vuelven a juntarse,

el par de almas 

que tienden a volverse una misma,

el beso que las obliga a unificarse.

Juntemos tu boca, con la mía, 

y dejemos que se hablen, 

que se cuenten esperanzas y sueños,

que intercambien entre ellas 

movimientos vivos de flores y de peces,

que respiren fragancias puras 

y sientan 

más allá de los simples sentidos.

Dejemos que se queden juntas tan solo un ratito, 

ese único ratito que dura lo mismo que una vida.


En dónde no he de estar, querida.

Búscame en las frases de los libros,

en el néctar que dan las flores; 

búscame en el sopor de tus desvelos, 

en el semblante de tus fantasías,

en el aroma que brota de ti al existir, 

y en el simple hallazgo espontáneo 

de la melancolía.

En un día soleado estaré, 

entre lo nublado, la tormenta 

y el sereno también.

Al hablar las palabras te sabrán a mí,

siempre y cuando de lo que hables

sea de amor. 

Estaré en el viento que corre por tu ventana

alborotando la cortina, 

en los ratos de zozobra y desesperación repentina, 

pero sobre todo en las preguntas que te haces

cada que te acuerdas de mí.

Porque en cualquier lugar he de estar

si me sabes buscar.

Dices que no me encuentras, 

pero ¿me has buscado?


Proscríbase de mis recuerdos

los caminos de tu cuello,

el sabor de tu boca,

memoria que guardo de tus besos.

Ya no alimentarás mi alma de sinsabores,

ni de amargos vacíos,

porque he encontrado ya

quien pueda nutrirlos, 

y quien me haga 

crecer campos de flores. 

Me es indiferente 

la posibilidad de volver contigo.

El día en que te plantes frente a mí

y me ruegues para que te dé un poco de mi abrigo,

solo por despecho me negaré a verte

y diré que te he olvidado, 

quizá para entonces

lo haya hecho.

Y el día en que al olvido quieras mandarme,

te darás cuenta de que tú ya vives en él,

y que has de acostumbrarte

que allí te mantendré

desde siempre.


No me gusta lo que usted hace.

Viene y se va, 

me ama y aun así me destroza.

Su intermitencia me hace daño,

sus excusas me hieren como bala.

Hoy sí, mañana no.

¿Qué no se da cuenta, mujer cobarde,

que todo lo que hace hoy me apuñala mañana?

Siento que no lo sabe,

no sabe

que el alma se desgasta.

No jugaré de nuevo este frenesí 

aunque es lo que más deseo.

Puedo mentir y decir que sí,

pero cada que me abro

siento que me quiebro.

No será igual, viejo amor,

porque aquel pasado ya murió 

gracias a usted.

Lo que quedó vivo lo sepultó 

en la memoria de su merced.

Cree que al regresar encontrará 

todo lo suyo intacto en esta casa,

pero déjeme decirle que ahora no queda 

ni el aroma de que usted estuvo acá.

Aquí es, en esta cárcel en forma de corazón,

donde usted sigue atrapada.

Quién es usted para dejarme roto y en el suelo

y atreverse a volver sólo cuando todo ha sido repuesto,

atreverse a volver cuando la paz he encontrado.

Pues esta vez no volveré,

porque me han enseñado otros labios y otra piel

que aún tengo la capacidad de amar;

y que lo que busco no lo encontraré en tus brazos, 

pero sí en los de alguien más.

No habrá palabra alguna que me haga cambiar de opinión

ni beso tuyo que me haga quedar.

Qué lástima que tendrás que mirar de tan lejos

lo que tuviste tan de cerca,

pero eso te lo ganaste desde el día

en que ya no te importó mi corazón.

Ojalá que un día la vida se siente con nosotros

para hablarnos de ella.

Que nos hable del pasado y del presente, 

porque del futuro me dijeron 

tiene prohibido que nos cuente.

Dejemos que se detenga el tiempo y que por un instante

perdamos la noción de él.

Para que así pueda venir la vida con nosotros

a sentarse y contarnos de ella,

y que nos responda la pregunta que todos nos hacemos:

¿en qué sentido avanza?

Ojalá que en ese momento caiga la lluvia 

y nos empapemos todos juntos de felicidad, de paz y de amor

que disfrutemos lo mojado antes 

de que todo vuelva a secarse otra vez 

Ojalá que nos deje abrazarla aunque sea una vez;

que nos deje sentir lo absurdo de nuestra existencia,

el poder ver con los dientes el aroma de unas rosas,

o sentir con la lengua el canto de las aves blancas.

Ojalá que nos deje formar parte de ella, 

aunque en ocasiones se comporte como una niña,

desordenada, caprichosa y berrinchuda,

estamos de acuerdo que mientras dure,

la vida es muy bella.

Cuando la noche cae,

la nostalgia sale sin razón.

Me deja huella en cada lugar.

La sensación de bailar 

con mis recuerdos más obscuros, 

me hace recordar lo débil que es el corazón.

Sin lugar a duda me acuerdo de ti, de nosotros.

Te recuerdo tan cotidiana como se recuerda el caminar,

el inhalar y exhalar.

Tu recuerdo me mantiene viviendo en esta muerte de no tenerte.

No significa que en él confío,

sino que me da esperanza de que algún día

desaparecerá este vacío.

¿Alguna vez seré más que tu olvido?

Que te despiertes una mañana extrañándome

y me busques en el desorden de tu cabeza.

Allí te darás cuenta de que ya no estoy allí,

y que lo que realmente extrañas es el simple hecho

de extrañarme.

De extrañarme como te extraño yo ahora,

en esta momentánea necesidad de extrañarte,

que desaparecerá 

en el momento que me quede dormido.


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